…y tendría que ser “debería hablar” si el niño/a tiene alrededor de dos años o más y aún no ha empezado a hablar. Cada vez sucede menos, pero aún tenemos que escuchar en ocasiones familiares, amigos o incluso profesionales que suelen animar a los padres a ignorar la importancia de la prevención, restando importancia a la adecuada adquisición del habla y de los hitos evolutivos.
Según estudios alrededor del primer año de vidas el niño/a ya debería ser capaz de pronunciar la primera palabra (teniendo en cuenta el criterio individual de cada niño/a, unos adquieren el proceso antes del año, otros un poquito después), pero lo que si recalcan los autores de los estudios es que alrededor del año y medio-dos años tiene lugar la explosión del léxico. En este periodo el niño/a debe ser capaz de producir alrededor de 50 palabras y comprender el doble. Sobre los dos años los niños/as empiezan a pronunciar las frases sencillas formadas por la unión de dos palabras “mama agua”, siendo ya sobre los tres años de edad cuando podrán formar frases de tres elementos progresando hasta semejarse con las construcciones de los adultos.
Aunque el niño/a entre el primer y el tercer año de vida empieza a desarrollar su lenguaje, son muy comunes los errores articulatorios. El niño/a puede sustituir la palabra “casa” por “tasa”; omitir fonemas “peo” por “perro”, por lo tanto si con 2 años y medio o incluso 3 años el niño/a solo pronuncia una media de doce palabras (muchas de ellas, con muchos errores articulatorios, e incluso ininteligibles) y que apoyan mucho su manera de comunicarse mediante gestos o con mucha ayuda de un adulto, no es suficiente un “ya hablará”.
Inicialmente nos encontramos con un niño/a que presenta un RSL (Retraso Simple del Lenguaje) y en este momento es de suma importancia la valoración del logopeda y una urgente intervención basada en la estimulación del Lenguaje en todos sus componentes. A falta de una detección temprana y habiendo pasado de los 3 años de edad suelen experimentar dificultades a nivel escolar y social (ya que las dislalias suelen persistir y a los demás les resulta difícil entenderlos, propiciando en los niños/as conductas disruptivas, frustración y rabietas).
Por lo tanto una detección temprana y una intervención logopédica adecuada apoyará el correcto desarrollo del lenguaje, evitando que en un futuro el niño/a experimente dificultades tanto a nivel escolar (en le caso de la lectoescritura) como a nivel personal (evitando las conductas disruptivas y la frustración)
Generalmente, los niños/as que han presentado un RSL, con el apoyo de la intervención logopédica, sobre los 6 o 7 años, alcanzan un desarrollo normativo del Lenguaje y no deberían presentar ninguna dificultad asociada.